¿Le apetece una sopa con las cenizas de su padre recién fallecido? Es muy seguro que la respuesta sea que no, pero si usted fuera miembro de la tribu Yanomami, en el Amazonas, se complacería con la idea.
Según las creencias de los indígenas, la muerte es producto de la brujería. Chamanes y demonios hacen cualquier tipo de maniobras hasta acabar con la vida de algún integrante de la tribu, por lo que, después del fallecimiento, los cuerpos son cremados de inmediato. Un año después, los familiares toman las cenizas y las preparan en una sopa. Al ingerir la mezcla, se asegura que el alma del fallecido vaya al cielo.
En el Amazonas no es el único lugar donde se practican extraños rituales funerarios y en MV Aseguradores te la hacemos saber. Por ejemplo, algunos aborígenes de Australia toman los líquidos originados durante la descomposición del cadáver y los untan en las pieles de los más jóvenes. Se piensa que es una vía para transmitir los conocimientos y las características positivas del fallecido. Los huesos son pintados y entregados a la familia.
En los entierros zoroástricos de Irán se cree que quien toca un cadáver, se contamina. Con sumo cuidado, se rocía el cuerpo inerte con orina de toro, justo antes de que los familiares puedan verlo. El cadáver es llevado a la cima de la Torre del Silencio para que los buitres lo devoren.
De acuerdo al aghori, una rama del hinduismo, la carne cruda de los muertos debe consumirse. Los practicantes de esta religión se van hasta el río Ganges y beben el agua desde un vaso muy particular: un cráneo. Piensan que con esto se obtendrán poderes sobrenaturales y superiores.
En Latinoamérica también se practican rituales extraños. Los descendientes de los Mayas que viven en la península de Yucatán, México, extraen los huesos de las tumbas tres años y medio después de la muerte. Los huesos son lavados y cubiertos con servilletas bordadas. El «adorno» se ubica en un osario, como parte de las actividades del día de los muertos.
En El Tibet también se enfrentan a la muerte con «ecología». Durante un buen tiempo se practicó cortar cada una de las partes el cuerpo del fallecido para dejarlas en lo alto de una montaña. Las aves de rapiña serían las encargadas de devorar los restos. Aparentemente, la actividad entró es cosa del pasado, aunque hay quienes reportan que aún se lleva a cabo.
En Nueva Guinea también cambiaron los rituales funerarios. Antes, la mujeres y niños del pueblo Dani se cortaban los dedos como muestra de gratitud y dolor ante la muerte de algún familiar.
En Madagascar se estila que se desentierren los cadáveres cada siete años para completar el Famadhina. Según esta práctica, el cadáver es envuelto en telas para bailarlo. Es una manera de saber si se ha desintegrado; requisito para que pase al otro mundo.
En España, la muerte se considera más solemne. Los rituales funerarios que se cumplen suelen seguir la religión católica, con uno que otro cambio, dependiendo de la familia y el fallecido, quien si posee seguros de decesos, puede decidir detalles de su entierro.