En MV aseguradores te recordamos que según la historia, llevar flores a un funeral fue una práctica que inició para mitigar el olor del cadáver en descomposición. Evidentemente, se desconocía de la existencia de técnicas para retrasar este proceso natural. Se le llama tanatopraxia y surgió para hacer más llevadero el último adiós de un ser querido.
La labor incluye procesos para la preservación del cuerpo, lo que inicia con una “inyección vascular y de cavidad de soluciones acuosas y químicos germicidas solubles”, según explica un artículo de Actiweb.es
Se busca evitar que microorganismos ataquen el cadáver, provocando la infección y posterior putrefacción de los tejidos. Con esto no solo se eluden los malos olores, sino que también el cadáver recobra el color natural de la persona fallecida, algo importante durante el funeral, donde los familiares y el resto de los dolientes quieren recordar al muerto tal y como era en vida.
El trabajo de los tanatoprácticos –como se llama a estos profesionales- es mucho más amplio. Estos hombres actúan de masajistas, para aflojar el rigor mortis de cuello, piernas y brazos y también depilan el vello facial y el del cuello para evitar que el pelo afecte el maquillaje posterior.
Además de preservar el cadáver, los tanatoprácticos están en el deber de presentarlo tal y como si estuviera “dormido”. Maquillan los cadáveres, los visten, los peinan y arreglan para dar gusto a la familia.
Eso sí, las peticiones de los dolientes pueden llegar a ser extrañas. Profesionales del área comentan que han incluido botellas de licor en los ataúdes, cajetillas de cigarros, vino y demás recuerdos. La insignia del equipo de fútbol favorito es una petición muy común.
Cuando se trata de ver al ser querido dentro de un féretro, los familiares son muy quisquillosos, dicen los tanatoprácticos. Los especialistas manifiestan que muchas veces se las ingenian para saber cómo era la persona. “Si lleva las cejas depiladas, intuyes que era una mujer que se cuidaba mucho. Puedes usar sombra para los ojos”, dijo uno trabajador de funeraria a una cadena de noticias.
Adivinan cómo era el estilo del cabello. “Si nos equivocamos, lo volvemos a hacer”, manifiestan. Para eso están las fotografías, pues algunos familiares exigen que la apariencia del fallecido era idéntica a como era originalmente. Es una manera de que el duelo sea más sencillo.
Conscientes de eso, los tanatoprácticos también se encargan de disimular golpes y magulladuras (en caso de que la muerte haya ocurrido en un accidente vial o de cualquier otra forma violenta). No hay nada más traumático que observar a un ser cadáver con los huesos rotos y hematomas.
En ocasiones, es poco lo que pueden hacer. Para esos momentos, la velación a féretro cerrado es la ideal, pues evita el mal momento y el morbo de algunas personas.
Contar con un buen tanatopráctico es una de las opciones que ofrecen los seguros de decesos. Usted puede verificar el trabajo de los profesionales, antes de optar por usar sus servicios. Recuerde que este seguro es una manera de evitar molestias mayores a quienes sufren por su pérdida.